El
procónsul, ya cansado de insistir tanto para que Policarpo negara a Dios y
jurara por el César, le dijo: “Búrlate de las fieras salvajes y te haré quemar
vivo, si no cambias de actitud!”
Policarpo
con voz decisiva y tajante gritó: “Tú me amenazas con un fuego que arde por un
poco de tiempo y luego se extingue, pero no sabes nada del fuego que trae el
juicio venidero ni del castigo eterno que aguarda a los malvados. Pero… ¿qué
esperas? ¡Haz lo que vas a hacer!”
POLICARPO
DE ESMIRNA (70 d.c – 155 d.c)
Sucedía en Roma en el año 155 d.c., que se obligaba a los cristianos
a jurar por el césar negando la existencia de Dios, y aquellos que no lo
hicieran eran lanzados sin misericordia a la fieras o torturados por los mismos
romanos; la multitud de crueles y malévolos gritaban en las gradas, “¡que
mueran los ateos!” (aquellos que no creían en los dioses romanos).
Mientras tanto, Policarpo, quien había sido instituido por el apóstol
Juan como líder de la iglesia en Esmirna, predicaba la palabra de Dios,
enfrentándose a gnósticos y herejes quienes refutaban su fe; algunos terminaban
convirtiéndose al cristianismo y otros tantos seguían en sus creencias. Mucho se rumoraba en aquel entonces que algunos
cristianos eran echados en la hoguera, los torturaban o los lanzaban a las
bestias hambrientas, lo cual no sorprende viniendo de
Esmirna, la iglesia a la cual Dios habla en apocalipsis capitulo 2:10.
“No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a
algunos de vosotros en la cárcel, para que seais probados, y tendréis
tribulación por 10 días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la
vida”.
Durante su vida, Policarpo solo hace un escrito, una carta a la iglesia de Filipos, donde insta a los creyentes a estar firmes y a fortalecerse en el señor, con la cual se asoma un poco de su personalidad, la cuál era directa, mansa y sincera.
La gente del imperio romano había escuchado mucho sobre Policarpo y muchos de ellos se habían enfrentado a su creencia con debates, era conocido por muchos como un “ateo” ferviente, por eso cuando un anciano llamado Germánico fue llevado ante todos para que negara a Jesús y no lo hizo, sino que incitó a las fieras a que lo devoraran más rápido la multitud se enfureció y gritaron que trajeran a Policarpo.
Cuando Policarpo escuchó que lo estaban buscando y que lo querían muerto salió huyendo y se fue a las afueras de la ciudad donde estuvo un tiempo hasta que supieron dónde estaba y emprendió nueva huida, sin embargo, uno de los creyentes que había sido torturado reveló el lugar de su escondite y entonces en ese momento Policarpo entendió que debía dejar de huir y esperar en el lugar donde estaba. Estuvo en un tiempo de oración y se sabe que tuvo un sueño o una visión la cuál nunca contó ni se sabe a ciencia cierta, hasta hoy, qué tipo de experiencia y qué impacto tuvo en aquel escondite. Aquellos cercanos a él, sus amigos, cuentan en la historia que lo único que dijo Policarpo es que “debía ir la hoguera” diciendo “hágase la voluntad de Dios” y cuando llegaron los soldados Policarpo les dejó entrar.
Los soldados escoltaron a Policarpo hasta el procónsul[1],
quien se llamaba Estatio Quadratus, y ahí fue interrogado por él delante
de toda una multitud, ambos estuvieron dialogando, El procónsul,
ya cansado de insistir tanto para que Policarpo negara a Dios y jurara por el
César, le dijo: “Búrlate de las fieras salvajes y te haré quemar vivo, si no
cambias de actitud!”
Policarpo con voz decisiva y
tajante gritó: “Tú me amenazas con un fuego que arde por un poco de tiempo y
luego se extingue, pero no sabes nada del fuego que trae el juicio venidero ni
del castigo eterno que aguarda a los malvados. Pero… ¿qué esperas? ¡Haz lo que
vas a hacer!”
Quadratus le insistió una
última vez que si juraba por el
emperador y maldecía a cristo quedaría libre, Policarpo le dijo:
“LLevo 86 años sirviéndole
y ningún mal me ha hecho! ¿Cómo podré maldecir a mi rey que me salvó?”
Los soldados lo tomaron y lo acercaron a la
hoguera, donde Policarpo elevó una última oración dándole gracias a Dios por el
privilegio de ser tomado digno de ser mártir y tener parte en la copa de
cristo, bendijo y glorificó a Dios y finalizó con un certero AMÉN.
La historia de Policarpo y muchos mártires a
través de la historia como Perpetua, Williamm Tindell, Richard Wurmbrand y
otros, nos fortalecen como creyentes y nos hacen dudar del nivel de amor que tenemos para con Dios,
y nos deslizamos a la pregunta:
“¿Seríamos capaces de dar nuestra vida por Dios y llegar hasta las últimas
consecuencias sin importar cuales sean?” quizás la respuesta rápida sería un “
Si!”, sin embargo muchos que pensaron que estarían dispuestos a seguir a Dios hasta la muerte
llegaron a negarlo e incluso a decir donde se escondían sus hermanos en cristo
( como el caso del que reveló el escondite de Policarpo).
Vivimos en una sociedad que se burla de las cosas de Dios (al igual que los antiguos romanos) se normalizan las cosas vergonzosas, se respeta la inmoralidad sexual y desmedida, se ha perdido la sensibilidad en muchos ámbitos, cosas como el homicidio, suicidio, violaciones, masacres, son cada vez más vistas, por lo tanto es difícil que ello genere alarma en la sociedad actual. El que hace lo bueno es un ingenuo y tonto, el malo, el que es egoísta y saca provecho es aplaudido y elogiado. Ya no es el imperio romano, ya es el imperio internacional, no es el año 155 a.c, es el siglo 21, ya no es la hoguera es la burla social, ya no es una multitud de romanos, ya es el mundo entero, bienvenido a la generación de los nuevos mártires, la pregunta es ¿estás preparado para llegar hasta las últimas consecuencias de tu fe?
[1] Procónsul: Procónsul: (antiguos romanos): gobernador de una provincia con jurisdicción e insignias consulares.
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